Lunes, 29 Agosto 2011

Jujuy. Diario de Viaje II: La Quebrada de Humahuaca

¿Cómo explicar los mil colores de esa hendidura entre cerros, que parecen pintados por algún ser superior? Ya de regreso en Montevideo, luego de unos días en Jujuy, invitados por la Secretaría de Turismo de la Provincia, con la colaboración de Aerolíneas Argentinas, aún están en nuestra retina los maravillosos paisajes de esta tierra que asombra y enamora. Ellos invitan a descubrir Jujuy, y agregan el slogan: “te va a encantar!” y se quedan cortos…



por María Shaw

 

El segundo día del Fam Press, salimos temprano desde San Salvador de Jujuy, en la van conducida por Luís, con Gustavo de guía. Transitamos por la Ruta 9 hacia el norte, y ni bien salimos de la capital, la parada obligada es en el Mirador de León, a 1.600 metros sobre el nivel del mar, donde comienza la famosa Quebrada de Humahuaca, declarada por la UNESCO “Paisaje Cultural de la Humanidad” y que se extiende por 155 kilómetros.

 

 Mirador de León

De allí en más se suceden cerros muy empinados, de distintas alturas, colores y formas extrañas causadas por la erosión del viento y el agua: cerro de la calera, de laja, cerro colorado, mientras al borde de la carretera observamos sauces, álamos y cardones (cactus). De tanto en tanto, en la punta de los cerros, asoman las ruinas de los “pucará”, antiguas fortalezas de los incas y “pircas” (cercos) de piedra.



La cadena montañosa que nos abraza a lo largo del camino, que corre paralela al río Grande, tiene todos los colores, producto de la oxidación de minerales: hierro, cobre, azufre, piedra caliza, laja, que se traducen en azules, verdes, bordó, rojos, terracotas, naranja, amarillos, beiges, blancos, grises… maravillosos!

Para llegar a Purmamarca, que significa “lugar escondido” en quechua, se deben tomar 3 kilómetros hacia el oeste, por la ruta 51; y de pronto se abre ante nosotros una de las más impactantes escenografías: el famoso “cerro de los 7 colores”.

 

 Maria Shaw y Ricardo Garzón, con gorros típicos en el cerro de los 7 colores

Pero no son sólo 7, son innumerables los matices de ese cerro, que todos quieren fotografiar. Al pie del mismo, está el pueblo, con su iglesia monumento histórico nacional, su Cristo, su pequeño cabildo y su plaza tapizada con coloridos puestos abarrotados de tejidos y artesanías. Una tentación imposible de resistirse.


Iglesia de Purmamarca, patrimonio nacional


El cabildo y la plaza de Purmamarca

En la zona hay unos 35 hoteles, desde coquetos 4 estrellas a hostels, ya que es constante el flujo de turistas de la provincia, de la región y del mundo. Algunos tienen nombres sugestivos, como “El Manantial del Silencio”, “Casa de Adobe”, etc.

Continuamos hacia el norte, siempre subiendo por el valle entre los cerros denominados acertadamente “la paleta del pintor”. Es la zona de Maimará, en quechua: “estrella que cae del cielo”, pues un meteorito impactó en un cerro, dejando un agujero de buen tamaño, el “ombligo de la montaña”. Estamos a 2.334 metros sobre el nivel del mar, y se siente… Detrás de los cerros, en esta zona hay viñedos de una industria vitivinícola incipiente.


Tilcara: la paleta del pintos y el cementerio

Tilcara, único pueblo al este del río, significa “flor en medio de las espinas”, en homenaje a la flor del cactus. La capital arqueológica de la Provincia es un conglomerado de casas, hoteles, hostales y pequeños restaurantes de adobe y piedras, y negocios volcados a la atención de los turistas. También es Patrimonio de la Humanidad. Y tiene fama de ser donde se come la llama más sabrosa, en “Los Puestos”, según varios de nuestros colegas argentinos. Contra un cielo muy azul, destaca la pequeña iglesia frente a la plaza chica y en la plaza grande, se ubica el colorido mercado de artesanos. Sobre un pequeño cerro hay un cementerio construido en altura, para estar más cerca del Inti Raymi (el sol).

La Iglesia de Tilcara

Y cruzamos el Trópico de Capricornio, donde se encuentra un reloj solar. Allí se celebra el año nuevo indígena, con la fiesta del solsticio de invierno del 20 al 21 de junio. Es una parada obligada para la foto; nuestro guía nos enseña las artesanías que se hacen con los “cardones” (cactus).

Edgardo Martínez Zimarioff y María Shaw en el Trópico de Capricornio

Huancalera, “lugar fértil”, alberga muchas plantaciones que producen las mejores frutas y verduras del norte argentino. Otra vez los cerros de colores y  nombres sugerentes: “la pollera de la coya”, “cerro de la señorita”, con reflejos dorados. La belleza paisajística  de uno y otro lado de la quebrada es impresionante.

Y  por fin el pueblo de Humahuaca! A la entrada, Álvaro, un guía local, sube a nuestro vehículo, y no sólo nos explica todo los atractivos de lugar, sino que nos recita emocionantes poemas. Estamos a 2931 metros sobre el nivel del mar, hay que caminar lento por las callecitas empedradas, aprovechar para transitar por el pueblo a su ritmo. Aquí finaliza la famosa Quebrada y hacia el norte, comienza la puna. En la zona se crían llamas, aplacas, guanacos, vicuñas, y hay plantaciones de ajos, cebollas y papines, la gente vide de eso y del turismo.


Catedral de Humahuaca

La ciudad fue fundada en 1594 y tiene 12.000 habitantes. Y miles de turistas!!! La estructura es colonial y hoy se debe respetar ese estilo. Destacan la Catedral Nuestra Señora de la Candelaria, de 1631, con paredes originales, de 1 metro de grosor, con un impactante altar laminado en oro, 12 cuadros de la escuela cuzqueña de 1764. A su lado, el Monumento a los Héroes de la Independencia, de 1950, imponente construcción en bronce, de 60 toneladas, con una figura mestiza.


Colegas de la TV argentina delante del Monumento a los Héroes de la Independencia

 Sobre la plaza principal se encuentra el Cabildo, donde un antiguo reloj mueve la imagen de San Francisco Solano, del tamaño de un hombre, que sale a las 12 del mediodía a bendecir a los lugareños y turistas (llegamos tarde para poder apreciarlo).  

Y sin la bendición del “santito”, pero felices por todo lo visto, impactados por la riqueza paisajística, unido a lo cultural y espiritual del pueblo jujeño, comenzamos el regreso, bajando la pronunciada pendiente hacia San Salvador de Jujuy. Una parada en el camino para almorzar en el estupendo hotel Huancalera, una sorpresa por su acertado reciclaje, moderna decoración, y alta gastronomía. En su jardín, pastaban unas llamas.


Llama en el jardín del Hotel Huancalera

Tejidos artesanales de miles de colores

A lo largo del día, nuestro guía nos va relatando costumbres que nos llaman la atención, como la “sirviñacu”, convivencia de parejas antes del matrimonio, con el consentimiento de los padres del “chango” y la “imilla”; y el “topamiento”, encuentros de parejas, que dura toda la semana del Carnaval.

El guía Gustavo Barnichea mostrando artesanía hecha de cardones

Y mientras tanto, Gustavo masticaba coca, la planta sagrada, una costumbre muy instalada en esa zona del norte argentino. En realidad no se mastica, sino que se hace un bolo con las hojas de coca, se ubican en un costado de la boca y se deja que largue su jugo, que ayuda a mitigar el cansancio que causan las grandes alturas. Convidar al visitante es una muestra de afecto y confianza. Varios de los periodistas probamos la famosa hoja de coca, lo que sin duda nos ayudó a soportar la altura sin “apunarnos”.

Continuará…

 L/D

 

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